El pasado 12 de enero el diario “Crónica” de Concepción publicó en su portada un cuadro de grafismos utilizados por los delincuentes de la zona para marcar las casas que se disponen a desvalijar este verano; “Viviendas marcadas para robar” se leía en el titular que exhibía y denunciaba esta cifrada señalética delictual. Cerca de dos semanas después, Oscar Concha retomaba y serializaba una de aquellas señales para adherirla a la fachada de las grandes tiendas comerciales que se encuentran en el paseo peatonal. MARCA es el nombre de esta acción.
Lo cierto es que el acto de marcar o fijar signos en el espacio urbano es un proceso que Oscar Concha ha sistematizado a lo largo de su trabajo, lo podemos apreciar en el desarrollo de su serie “Plantillas”, signos cuya codificación se encuentra en estado de suspenso1, es decir, desasidos de una referencialidad fija y cuya significación acontece al momento de ser situados, registrados, compartidos en la ejecución por encargo o efectuados para un sitio específico.
En relación a esta última modalidad de trabajo sobre el signo y que resulta interesante rescatar aquí, podemos recordar que Oscar había realizado anteriormente el ejercicio de “marcar” un muro interior de la derruida edificación que pronto se convertiría en una de estas tiendas comerciales (Hites), aquella acción llevó por nombre Plantilla 2, Hay que entrar a picar (2006), y consistió en cincelar el muro para dejar en bajorrelieve el diseño de una de sus plantillas. En una segunda parte de esta intervención y cuando la tienda comercial se encontraba ya instalada y en funcionamiento, realizó AVANCEFECTIVOPLANTILLA2 (2008), esta vez, conforme a un ejercicio de apropiación dado en el acto de obtener una tarjeta de crédito de esa tienda para utilizarla como nuevo soporte de la plantilla fijada dos años atrás.
De este modo, marca y apropiación se entrelazan en un procedimiento que hace del signo artístico un dispositivo críticamente interventor de las economías de sentido que norman la experiencia urbana y el comportamiento social. Dicho cruce se percibe también en MARCA, pero ahora es el signo – que posee una codificación previa, delictual, cifrada – el elemento del cual Oscar Concha se apropia para intervenir nuevamente las edificaciones del consumo.
Esta apropiación no libera al signo de su codificación previa, más bien, aquella es reconducida tanto en la reiteración del acto “delictivo” que implica su fijación como en el mensaje, cifrado, que posee: “se puede robar”. La ironía consiste en un juego que advierte sobre el peligro signado en estas tiendas comerciales, por intermedio de ese grafismo ya denunciado en el periódico.
Pero este juego lo que hace es invertir la relación entre ladrón y víctima, dejando abierta la sospecha… ¿Quién roba aquí? La acción de Oscar genera una tensión sobre lo que hoy constituye una condición generalizada de inseguridad social, reproducida en los medios de prensa y administrada por los espacios de consumo.
En otras palabras, el grafismo delictual reapropiado por Oscar Concha connota la latencia del riesgo, y es precisamente el riesgo la piedra angular del régimen político y económico que hoy nos toca2. La inseguridad ciudadana, económica, laboral, educacional, etc., no son sino manifestaciones de un régimen globalizado de especulación en donde el mercado y su sobreestetizado devenir, “marcan” a su vez el comportamiento y las necesidades de la sociedad.
Así se entiende entonces el gesto irónico de signar con esta marca a las tiendas comerciales, un registro acaso imperceptible pero de alto rendimiento crítico en tanto extrapola su significación a un orden generalizado de sujeción y acondicionamiento social. Los espacios de consumo marcados por Oscar son sólo un índice de algo que funciona a una escala mayor; “se puede robar” nos señala esa marca, y claro, lo ponemos en línea con una lógica crediticia que mantiene cautivos a miles de consumidores en la vorágine del riesgo económico contraído en la deuda.
No está demás mencionar que todo esto alcanza una significación sumamente coyuntural, ya que fue esta misma lógica de acumulación en el riesgo y la deuda – al nivel de las altas esferas internacionales de especulación financiera – lo que desencadenó la actual crisis económica y la aún más acentuada sensación de inseguridad social. Es decir, la previsible caída que sobreviene a un régimen en que “los riesgos sociales emergen de la constitución económica de la sociedad misma” (Horst Kurnitzky).
Resulta interesante volver la mirada sobre la ciudad e indagarla a través de una sostenida política de obra como la de Oscar Concha. Es posible ver tramada una historia, que nos sitúa también en el presente y nos alerta acerca del curso de los acontecimientos. Es hacer de la práctica artística un dispositivo que sondea críticamente el carácter ideologizado de las fachadas, de todo tipo, que avistamos en nuestro tránsito habituado por la urbe.
fotografía_Leslie Fernández
fotografía_Leslie Fernández
notas
1 “Las Plantillas (1, 2, 3…) consisten en formas gráficas de alto contraste originadas de la síntesis de artículos sanitarios, aunque no representan fielmente estos objetos. Algunas han sido utilizadas en intervenciones en el espacio público, otras han formado parte del repertorio de imágenes exhibidas en salas de exposiciones”. Leslie Fernández, “En espera de una de las grandes tiendas”, Revista Plus nº 3 (2006)
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